Escoge una canción. Aprieta "play", y es ahí cuando comienza la magia.
Primero, empezará a tipear los dedos contra las piernas, al son de la canción, mientras imagina que mientras más cerca del meñique más aguda la nota y viceversa.Luego, sus labios, carnosos y secos, empezaran a abrirse y cerrarse al son de la letra de la canción. Y es ahí cuando se deja llevar, y canta, y a su corazón le crecen alas, y empieza a bailar y a cantar. E imagina el videoclip, e imagina en que situaciones de la vida cotidiana tanto como imaginaria la escucharía. Y ríe. Y llora. Y piensa, y se imagina, y ríe llorando y llora riendo.
Termina la canción, se caen los auriculares, como quien baja un telón.
Y se escuchan los gritos, las discusiones, los portazos.
Se cierran las puertas, pero no estoy segura si son las del corazón o las del cuarto. Da lo mismo, después de todo, las lágrimas no las escucha nadie, ni con las puertas cerradas ni con la cabeza en la almohada.
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