Lo agarré, le dije que quería hablar, y todo se soluciono. Fue prácticamente mágico, sobre todo el sentimiento de verdad que expresaban sus ojos....ya había perdido mi fé en la magia de las palabras habladas.
Ahora lo único que falta es hablar con su hermana, y quizás, tan sólo quizás, todo se solucione.
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